- Con permiso Doctor. Llegó su ultimo paciente del día- Anunció una secretaria, tras dar un par de golpecitos a la puerta y asomar la cabeza.
- Que pase
Una mujer joven hizo su ingreso al consultorio. Bonita de rostro, con monumentales curvas. Y un cabello corto, casi al estilo masculino y de un curioso color verde claro.
- Buenas tardes, con permiso Doctor- Dijo mientras se aproximaba con algo de timidez al escritorio.
- ¿Otra vez usted?- Contestó el galeno al verla- Ya le dije que usted no tiene nada.
- Pero Doctor, no puede ser. Si me siento terrible.
- Ya le dije, es de lo más normal. ¡Solo tómese las pastillas que le receté y punto!- El Doctor hablaba ya con enfado en la voz, y la joven mujer hizo explosión al ser tratada de esa forma.
- Doctor, lo mío es serio. Realmente me encuentro mal, y tengo que hacer algo. No puedo quedarme sentada en un sillón, tomando analgésicos y esperando que me llegue la muerte. Hay gente que depende de mí y…
- Ya, la escucho ¿Quiere volverme a repetir sus síntomas?
- Tengo mucha fiebre, y temblores. A veces una de mis manos o el parpado o la boca o cualquier parte del cuerpo me tiembla sin control. Sudoraciones frías, vómitos sumamente ácidos que me queman al salir. Y mi pelo está disminuyendo. No puedo respirar y además…
- ¿Y cuanto tiempo lleva con estos síntomas?- Interrumpió de forma grosera el médico.
- Bueno, llevo ya varios años. Nadie ha podido encontrarme cura.
- Exacto, lleva usted ya varios años y sigue viva. No le han dado cura porque lo suyo es pura imaginación, no se está muriendo, no existen tales síntomas.
- ¡¿No existen?!- Contestó ella furiosa y poniendo al descubierto una parte bastante calva que tenía en la cabeza y que había logrado disimular muy bien con el peinado.
- Mire Doctor- Continuó la mujer tratando de recobrar la calma- He visitado a un naturista, y me dijo que todo era cuestión de cambiar las costumbres. Pero eso toma mucho tiempo, recurro a usted para encontrar…
- Bien, si ya consultó a un naturista y le dio una solución, no veo para que viene a mi consultorio- Contestó él, ofendido, poniéndose de pie, tomando su abrigo y dirigiéndose a la puerta- Bueno señorita, si me disculpa tengo que colaborar a un colega con una cirugía plástica. Una ganancia suculenta. Además claro, de hacerle el favor al mundo con unos nuevos pechos más grandes y esbeltos.
- Pero Doctor, no me puede dejar así- Suplicó ella saliendo tras el doctor, que ya se encontraba dando órdenes a su secretaria y con un pié fuera de la recepción.
- Está bien. Mire, le daré unos analgésicos más fuertes- Contestó, mientras sacaba un recetario del maletín, escribía a prisa y le entregaba una hojita.
- Pero, ¡Esto no tiene mi nombre!- Se vio obligada a gritar, el doctor ya estaba tomando el ascensor a varios metros de distancia.
- ¡Llénelo usted misma!- Contestó él, para luego esfumarse con prisa hacia su tan famosa cirugía.
La joven mujer, pidió prestado un bolígrafo a la secretaria. Y con los ojos llorosos y las manos temblando llenó el espacio que faltaba.
Fuente de la imagen: http://www.revistalarazon.net/web/images/stories/tierra_enferma3.jpg
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