Desde la época de las cavernas, el hombre a tenido un aliado. Útil para ahuyentar fieras, calentarse en el invierno, dar luz en las noches oscuras y también para cocinar alimentos.
Con el paso del tiempo este “aliado”, fue usado para el progreso de la civilización, revolucionó el transporte gracias a los motores a vapor. Y también resultó útil, incluso en nuestros días para despejar áreas grandes de pastizales y poder convertirla en tierra apta para la agricultura.
Pero, este aliado muchas veces se sale de control y se convierte en un terrible enemigo. Aniquila bosques, mata animales y personas. Y termina por dejar como testimonio de su paso por el lugar cenizas, destrucción y desolación.
Tras los últimos incendios que sucedieron en toda Bolivia, 34.328 focos de calor registrados en pocos meses. Me pregunté, más que estar preparados para combatirlos. ¿Estamos preparados para evitarlos?.
La respuesta fue más que obvia, no. Es necesario que tomemos conciencia y sepamos como actuar adecuadamente. Primero, tal vez deberíamos de evitar el chaqueo o la quema de pastizales.
Pero, si resulta inevitable deberíamos tomar las medidas de precaución necesarias para evitar que el fuego se descontrole y ponga en riesgo nuestra vida, la de otras personas y termine siendo un desastre ambiental.
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